16 abril 2012

"Adelgazar la mente"

El cuerpo sigue a la mente, esta es una frase muy antigua y muy cierta, un cuerpo delgado en una “mente obesa” llevará nuevamente al sobrepeso en poco tiempo, un cuerpo obeso en una “mente delgada” pronto reducirá para no volver a subir, pero ¿Cómo es esto? Sucede que, para que nosotros podamos mantener un peso sano debemos tener el enfoque mental correcto para lograrlo, si no es así, nuestros resultados durarán poco tiempo, si acaso se presentan.

Obviamente los términos arriba señalados de “mente obesa”, “mente delgada” o “adelgazar la mente” son dichos en sentido figurado, metafórico, pero son bastante útiles y didácticos, pasare a explicar un poco más lo que significan.

Un cuerpo delgado en una “mente obesa” sería algo como esto: una persona ha logrado perder 18 kilogramos en un periodo de 4 meses, durante este tiempo se aplicó a su régimen de forma estricta, no faltó a sus consultas y tomó sus tratamientos tal como se le indicó, finalmente vio coronados sus esfuerzos alcanzando su peso ideal, se le entrega su estabilización y hasta aquí todo bien, sin embargo, una vez alcanzando su peso se dice: “muy bien, lo he logrado, ahora podré comer ese trozo de pastel que tanto me gusta” inmediatamente se dirige al refrigerador y ve el delicioso pastel y no se come una rebanada sino el equivalente a 3 rebanadas, después de esto se dice: “si lo logré una vez lo podré lograr nuevamente” y sale a la calle en busca de unos apetitosos tacos de bistec, ¡ah! y con tortilla doble. Este paciente a pesar de haber perdido una cantidad importante de peso, aún no logra comprender que la alimentación balanceada se debe de seguir siempre, su cuerpo ha adelgazado, pero su mente aun no.

Un caso contrario sería el siguiente: un paciente al ser evaluado se le determina un sobrepeso de 21 kilogramos, el paciente entiende que su situación actual es seria, debe cambiar sus hábitos alimenticios de forma profunda y aunque esta por arrancar su régimen, sus pensamientos son los siguientes: “hoy comprendo lo errónea que ha sido mi alimentación, mis hábitos me han llevado a preferir los alimentos perjudiciales sobre los sanos, pero con esta asesoría y siendo disciplinado creo poder cambiar esos hábitos que tanto me han dañado y por ende mejorar mi peso” su cuerpo aun no reduce, pero su mente tiene la “reducción” necesaria para lograrlo.

¿Cómo identificar si tengo una “mente obesa” o una “mente delgada?

·     La persona de “mente obesa” nunca dice que está a dieta, la persona de “mente delgada” aunque no lo pregona si acepta que está en un régimen para perder peso si se lo preguntan.
·     La persona de “mente obesa” aprovecha cualquier ocasión que no asiste a su consulta para comer “lo que no viene en la dieta”, la persona de “mente delgada” si no puede asistir sigue el régimen lo más apegado posible.
·     La persona de “mente obesa” miente sobre su peso o dice desconocerlo, la persona de “mente delgada” acepta y dice su peso tranquilamente, consciente de que esta en un proceso de cambio.
·     La persona de “mente obesa” solo se preocupa por los kilos que pierde, la persona de “mente delgada” comprende que la pérdida de peso es la consecuencia de una alimentación balanceada.
·    La persona de “mente obesa” ve en la báscula a su peor enemigo, la persona de “mente delgada” solo lo ve como un instrumento de medición para corroborar sus avances.
·    La persona de “mente obesa” niega comer alimentos altos en calorías cuando lo hace, la persona de “mente delgada” acepta su desliz y se compromete a retomar el sistema. 

Así podría continuar dando características, pero lo importante es saber que para que el cuerpo cambie alcanzando su peso ideal, debemos cambiar primero la mente con la cual percibimos nuestro problema.

Dr. Javier Gutiérrez Ornelas   



03 abril 2012

Un pequeño tropiezo

Un día en un paciente típico pudiese ser como este:


Mientras conduce su coche camino a casa después de un día de arduo trabajo piensa:
“Llevo un excelente avance en mi pérdida de peso, de hecho no recuerdo haber adelgazado tanto y sobre todo sintiéndome tan bien, el tratamiento médico me ha ayudado mucho a controlar el hambre y qué decir de la ansiedad, esa ansiedad que me hacia comer entre comidas, ahora puedo ponerme ropa que ya no me quedaba, incluso he recorrido dos orificios al cinturón, estoy seguro que he adelgazado dos tallas o más, ahora como mas verduras, frutas, cereales integrales y hace tanto que no como chocolates… enseguida hace una pausa mental y un profundo suspiro…chocolates…” entonces mentalmente aparece la figura brillante de un chocolate cubierto de forro metálico, después mentalmente lo desnuda y evoca aquel olor a cacao y avellanas, la imagen se dibuja detalladamente en la mente y la salivación se eleva discretamente, enseguida piensa: “¿hace cuanto que no comeré un chocolate?, después de todo, ¿Qué tanto es un chocolate? Además, creo que me lo merezco puesto que he avanzado muy bien y un simple chocolate no me hará subir de peso, entonces los ojos del paciente se agudizan mientras va al volante, alertas de encontrar alguna tienda de autoservicio y enseguida la encuentra, como águila sobre su presa se dirige por el trayecto más corto posible hasta aquella tienda y en menos de 2 minutos esta frente al mostrador con un paquete  no de uno, sino ¡cinco chocolates! en mano.

Después de pagar sube a su auto con su ansiado producto, tan pronto enciende su coche piensa:
“compre cinco, pero solo me comeré uno, los demás los repartiré en la casa, al fin y al cabo a todos les gusta el chocolate” después de este pensamiento de forma casi compulsiva abre el forro del chocolate y lo come con un gusto enorme, una vez que come y disfruta su chocolate, al llegar a un semáforo, voltea a ver el resto de las golosinas y el forro vacio del chocolate que se comió y piensa: “realmente saben muy ricos y viéndolos bien son muy pequeños, no creo que pase nada si como uno más, además de eso, en casa solo son 3 así que sobraría uno y ya los conozco, empezaran a pelearse por el” pensado esto desenvolvió el paquete del segundo chocolate y lo comió de forma apresurada.

El camino a su casa no es tan largo pero el tráfico está bastante congestionado, en otro alto obligado voltea a ver los cinco envoltorios vacios de chocolate y piensa: “bueno, para que les llevo tentaciones” después de este pensamiento, viene un auto reproche mental: “siempre me pasa lo mismo, yo no puedo hacer dieta, soy muy débil, no tengo fuerza de voluntad, mira que no resistir comer esos chocolates ¡y luego ni buenos estaban!, ahora no perderé peso y el médico verá que no seguí las indicaciones, mejor no iré a la cita…”

Esta situación suele acontecer, llevamos un excelente avance y un antojo nos mete el pie, si esto le sucede a usted, no se preocupe, ni se desanime, es algo bastante común, si un chocolate, una hamburguesa, una nieve o alguno de estos alimentos altos en calorías le meten el pie y usted cae, no pasa nada, solo levántese y continúe con su régimen, no se trata de debilidad, ni de fracaso, solo se trata de la fuerza del hábito que hace su aparición, vuelva a evocar los pensamientos positivos de sus avances y los beneficios que observa en usted y después de un tiempo no muy largo, estos antojos cada vez se presentaran en menor frecuencia, recuerde que tiene permitido caerse, lo que no se permite es ya no levantarse.

Dr. Javier Gutiérrez Ornelas