03 abril 2012

Un pequeño tropiezo

Un día en un paciente típico pudiese ser como este:


Mientras conduce su coche camino a casa después de un día de arduo trabajo piensa:
“Llevo un excelente avance en mi pérdida de peso, de hecho no recuerdo haber adelgazado tanto y sobre todo sintiéndome tan bien, el tratamiento médico me ha ayudado mucho a controlar el hambre y qué decir de la ansiedad, esa ansiedad que me hacia comer entre comidas, ahora puedo ponerme ropa que ya no me quedaba, incluso he recorrido dos orificios al cinturón, estoy seguro que he adelgazado dos tallas o más, ahora como mas verduras, frutas, cereales integrales y hace tanto que no como chocolates… enseguida hace una pausa mental y un profundo suspiro…chocolates…” entonces mentalmente aparece la figura brillante de un chocolate cubierto de forro metálico, después mentalmente lo desnuda y evoca aquel olor a cacao y avellanas, la imagen se dibuja detalladamente en la mente y la salivación se eleva discretamente, enseguida piensa: “¿hace cuanto que no comeré un chocolate?, después de todo, ¿Qué tanto es un chocolate? Además, creo que me lo merezco puesto que he avanzado muy bien y un simple chocolate no me hará subir de peso, entonces los ojos del paciente se agudizan mientras va al volante, alertas de encontrar alguna tienda de autoservicio y enseguida la encuentra, como águila sobre su presa se dirige por el trayecto más corto posible hasta aquella tienda y en menos de 2 minutos esta frente al mostrador con un paquete  no de uno, sino ¡cinco chocolates! en mano.

Después de pagar sube a su auto con su ansiado producto, tan pronto enciende su coche piensa:
“compre cinco, pero solo me comeré uno, los demás los repartiré en la casa, al fin y al cabo a todos les gusta el chocolate” después de este pensamiento de forma casi compulsiva abre el forro del chocolate y lo come con un gusto enorme, una vez que come y disfruta su chocolate, al llegar a un semáforo, voltea a ver el resto de las golosinas y el forro vacio del chocolate que se comió y piensa: “realmente saben muy ricos y viéndolos bien son muy pequeños, no creo que pase nada si como uno más, además de eso, en casa solo son 3 así que sobraría uno y ya los conozco, empezaran a pelearse por el” pensado esto desenvolvió el paquete del segundo chocolate y lo comió de forma apresurada.

El camino a su casa no es tan largo pero el tráfico está bastante congestionado, en otro alto obligado voltea a ver los cinco envoltorios vacios de chocolate y piensa: “bueno, para que les llevo tentaciones” después de este pensamiento, viene un auto reproche mental: “siempre me pasa lo mismo, yo no puedo hacer dieta, soy muy débil, no tengo fuerza de voluntad, mira que no resistir comer esos chocolates ¡y luego ni buenos estaban!, ahora no perderé peso y el médico verá que no seguí las indicaciones, mejor no iré a la cita…”

Esta situación suele acontecer, llevamos un excelente avance y un antojo nos mete el pie, si esto le sucede a usted, no se preocupe, ni se desanime, es algo bastante común, si un chocolate, una hamburguesa, una nieve o alguno de estos alimentos altos en calorías le meten el pie y usted cae, no pasa nada, solo levántese y continúe con su régimen, no se trata de debilidad, ni de fracaso, solo se trata de la fuerza del hábito que hace su aparición, vuelva a evocar los pensamientos positivos de sus avances y los beneficios que observa en usted y después de un tiempo no muy largo, estos antojos cada vez se presentaran en menor frecuencia, recuerde que tiene permitido caerse, lo que no se permite es ya no levantarse.

Dr. Javier Gutiérrez Ornelas




                                                                              

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