Los seres humanos somos la única especie sobre la tierra dotados de intelecto, este es nuestro sello distintivo, este intelecto nos ha permitido sobrevivir en condiciones adversas, sin las garras, las fauces o la fuerza bruta de las bestias, nos ha permitido resistir el frío sin pelaje, usando nuestro intelecto para fabricar ropa, nos ha permitido surcar el aire sin alas al inventar los aviones, nos ha permitido infinidad de ventajas que los otros seres vivos no poseen.
Para que este intelecto pueda desarrollarse, debe estar sometido a una serie de características internas que le permitan lograr una adaptación a su medio ambiente, sin las cuales sencillamente no lograría ninguna interacción exitosa, estas características propias del intelecto y que a fin de cuentas lo definen, como la memoria, la capacidad de aprendizaje, la capacidad interpretativa, la capacidad argumentativa, etc. son completamente necesarias para lograr tanto la adaptación como la evolución de los seres humanos.
Sin embargo, de entre estas características cognitivas o propias del intelecto, existe una que, aunque es necesaria y muy favorable, constituye uno de los principales obstáculos para lograr la pérdida de peso definitiva: El hábito
Si bien es cierto que el hábito es totalmente necesario para poder “dejar en el archivo” acontecimientos pasados y repetidos que enfrentaremos constantemente y que al volverse habituales permitirán enfocar nuestro aprendizaje en situaciones nuevas, cuando ese hábito está en oposición a nuestra salud, se vuelve un enemigo difícil de vencer.
Y esto es precisamente lo que sucede en toda aquella persona que hoy presenta un exceso de peso corporal, dicha persona formó hábitos alimenticios en oposición a su salud, por tal motivo es necesario estar totalmente conscientes que para lograr una pérdida exitosa y permanente de peso, debemos también cambiar nuestros hábitos alimenticios de forma permanente, por eso se fracasa repetitivamente al iniciar una dieta, esto no le sucede solo a usted, le sucede a todo aquel que no comprenda la fuerza del hábito, ya que como dijo el poeta y dramaturgo francés Georges Courteline: “cambiamos más fácilmente de religión, que de café”
¿Por qué es tan importante saber esto con respecto al hábito? Porque así sabrá que usted no fracasa por debilidad, así no se sentirá culpable ni deprimido por caer en tentaciones, recuerde: el hábito es difícil de vencer, esto, obviamente, pudiera ser usado como justificante y decir: “no fracasé yo, fue mi hábito” y darse por vencido definitivamente. Por tal motivo es importante que también lea esto: todo hábito puede ser modificado cuando, quien lo presenta, lo intenta seriamente. Dicho cambio está demostrado científicamente por medio de la neurociencia: si usted tiene un hábito erróneo en su alimentación y en su vínculo psicológico con los alimentos, puede modificarlo a su conveniencia al insistir en realizar los cambios necesarios de forma intencionada, hasta que finalmente sustituyan a los viejos patrones que le provocaban su exceso de peso y de ser un cambio intencionado, pase a ser un nuevo y mejor hábito.
Por tal motivo termino este escrito con la frase del novelista y cuentista estadounidense Nathaniel Hawthorne, “el hábito puede ser o el mejor de los sirvientes o el peor de los amos”, eso, depende, solo de usted.
Interesante el artículo, coincido en que todo hábito alimentario inadecuado puede ser modificado, primero predisponiéndonos positivamente a querer cambiar para mejorar nuestra salud y seguido a ello, ejerciendo la voluntad, mediante el esfuerzo y la práctica diaria, de a pequeños pasitos, venciendo las dificultades, solos y acompañados, pero siempre con la convicción y certeza que se puede transformar lo negativo en un hábito saludable, lograr hacerlo virtud, todo dependerá de nuestra libre elección.
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