03 septiembre 2011

Por qué comer rápido engorda y comer lento ayuda a adelgazar

Los expertos en nutrición y dietas para adelgazar suelen recomendar (entre otras muchas cosas) que las personas que quieran bajar de peso coman lenta y concienzudamente, pensando en lo que están haciendo.  Ahora, investigadores científicos griegos explican por qué motivo comer rápido se asocia a comer de más y, por extensión, promueve el sobrepeso.

Estos hallazgos son muy importantes hoy en día porque ofrecen consejos fáciles de aplicar para combatir el exceso de peso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que habrá 700 millones de adultos obesos y cerca de 2.300 millones con sobrepeso para 2015. Los niños no representan una excepción: actualmente hay 22 millones de chicos menores a cinco años que ya son obesos.

Los kilos de más no son una simple cuestión de estética. Afectan la autoestima de las personas y generan un estigma social, pero también aumentan mucho el riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2, los problemas cardiovasculares, artrosis y distintos tipos de cáncer. Como resultado, la obesidad disminuye marcadamente la calidad y la expectativa de vida.

Los investigadores del Hospital General Laiko de Atenas ya sabían que ciertas hormonas intestinales son liberadas durante las comidas para generar la sensación de saciedad en el cerebro. El objetivo del estudio fue averiguar si la velocidad de la alimentación afecta la producción de estas hormonas.


Todos los voluntarios comieron 300 mililitros de helado a distintas velocidades. Posteriormente, se midió siete veces a intervalos de 30 minutos su nivel de glucosa, insulina, lípidos y hormonas intestinales en sangre.  Como resultado, aquellos que comieron su helado despacio tenían mayores niveles de hormonas intestinales y se sentían más satisfechos.

Los investigadores concluyeron que comer demasiado rápido disminuye la liberación de estas hormonas. Como consecuencia, la sensación de saciedad tarda en llegar, las personas comen más y como consecuencia suelen engordar.

Nuestro estudio arroja algo de luz sobre un aspecto del sobre-consumo del mundo moderno: las personas comen rápido por las presiones del trabajo y del estilo de vida. La vieja advertencia que nos daban de niños de que comer muy rápido nos haría gordos puede, de hecho, tener una explicación fisiológica, concluyeron.


Comer despacio es un hábito que se puede adquirir con la práctica. Para ello es importante evitar distracciones como la televisión durante la comida, siendo plenamente conscientes de lo que estamos haciendo y escuchando atentamente a nuestro cuerpo. Cuando ya no sintamos hambre, soltaremos los cubiertos y dejaremos lo que quede en el plato, pues eso no lo necesitamos.
Para corregir el hecho de comer rápido se pueden adoptar varias medidas que serán de gran utilidad. Por ejemplo, mientras comes aleja el tenedor o cuchara entre mordisco y mordisco. Colócalo en el plato y tomate la molestia de levantarlo sólo cuando hayas terminado de masticar el primer bocado.
Otra idea es compartir la hora de la comida con otra gente, conversa con ellos y así haces vida social y a la vez bajas el ritmo de tu alimentación. Además, así no estarás pensando sólo en la comida.
Si el problema es demasiado grave, puedes probar a comer con la mano que no acostumbras a usar. Es decir si eres diestro intenta comer con la izquierda, o a la inversa, así controlarás más la velocidad.

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